Por herencia cultural, por
elección personal o por cuestiones circunstanciales contamos en nuestra
sociedad con un gran número de mujeres que entregan su vida al cuidado de su
casa y de su familia en exclusiva.
A veces esta labor se compagina
con otros trabajos remunerados, momentos en los cuales la mujer se vuelve “ama
de casa” en paralelo. Sea como sea, ser ama de casa es un duro trabajo sin
reconocimiento y que prácticamente hasta el día de hoy se asume casi por
imposición, en gran medida por parte de las mujeres.
En este artículo nos referiremos
a las amas de casa como el colectivo de mujeres que dedican, en exclusiva o no,
su vida laboral y personal al cuidado de la casa y de su familia, haciendo la
comida, limpiando y preocupándose porque cada día todo esté acorde con las
necesidades de la familia.
Su rostro invisible, su carga
emocional
Un mujer que es ama de su casa no
tiene remuneración ni suele gozar de reconocimiento social. Es un trabajo de 24
horas que dura 365 días al año, que no tiene vacaciones ni conoce el despido,
que requiere saber de todo, ser cocinera, maestra, niñera, entrenadora,
guardaespaldas, GPS, doctora, secretaria, guardia de la noche y del día…
La carga de trabajo está determinada
la amplitud de la familia, por el tamaño y la ubicación de la vivienda, por el
estatus social del que se goce, etc. Además, el horario de mayor trabajo es
altamente fluctuante pero, sobre todo, nunca termina.
No es un trabajo remunerado y
prácticamente está exento de un verdadero reconocimiento, pues a pesar de que
emocionalmente puede dársele valor, es habitual que haya etapas o núcleos
familiares y sociales que no contemplen la importancia y la dificultad de
conducir una familia cada día.
Ansiedad, depresión y síntomas
somáticos en las amas de casa
Partiendo de la base de que la
depresión y la ansiedad son problemas más comunes entre las mujeres, estos son
mayores en el caso de aquellas mujeres que no poseen un trabajo remunerado y
lejos del entorno familiar.
Es decir, se ha encontrado en
distintos estudios que las mujeres que trabajan en el hogar padecen más
enfermedades crónicas, mayor sintomatología aguda y menor autovaloración de su
estado de salud.
Una explicación a esto es la
asunción del papel que se desempeña en la vida, así como las injusticias que
tienen que vivir ante un rutinario, estresante y poco estimulante papel
tradicional como ama de casa y madre.
Una mujer que es ama de casa
tiene menos control sobre su ritmo de trabajo; asimismo, su posibilidad de
descanso y de desconexión es menor y, en ocasiones, nula. El hecho de verse
cada día y en cada momento “obligada” a cumplir con las exigencias que
acompañan a este trabajo, puede ver mermadas sus fuentes alternativas de
satisfacción, menoscabando así su estado de ánimo y su salud general.
PUBLICADO EL 11/05/2017
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