“Se trata aún de un tema muy nuevo y
definitivamente necesitamos ciencia sobre el tema”, reconoce Noel Sharkey,
profesor emérito de robótica e inteligencia artificial de la Universidad de
Sheffield, Reino Unido.
“Ya hay unas cuantas compañías que desarrollan
robots para el sexo y queríamos estudiar la cuestión, sin entrar a opinar para
desarrollar un documento que tal vez pueda ser útil a fin de ver lo que está
pasando realmente”, explica Shrkey, quien es cofundador de la Fundación para
una Robótica Responsable.
De la muñeca inflable a un robot simil humano
Los hombres parecen el doble de propensos a
aceptar la posibilidad de tener sexo con un robot, e incluso llegan a mostrar
signos de nerviosismo al tocar las partes íntimas de muñecas sexuales.
Entre el 9% y el 75% de las personas
consultadas estarían dispuestas a tener sexo con robots.
Estas encuestas se realizaron en EE UU,
Alemania, Reino Unido y Holanda, no hay datos de otros países y el trabajo
apunta a que este tipo de productos serían prohibidos en países islámicos.
Los modelos que se pueden comprar
El informe analiza los cuatro modelos de
“robots sexuales” disponibles en el mercado, que cuestan entre 5.000 y 15.000
dólares. Muchos de ellos dicen llevar incorporados sistemas de inteligencia
artificial, aunque se trata de sistemas muy básicos, incapaces de nada que se
parezca a una conversación normal, explica Sharkey.
Algunas de las muñecas tienen varias
personalidades programadas, como la llamada Roxxxy Gold, que incluye a Wendy la
salvaje y Farrah la Frígida, que se resiste al acto sexual, una especie de
violación simulada que preocupa a los autores del informe.
“Claramente estos productos tienden a hacer de
las mujeres un objeto, llevan a la idea de que sus cuerpos son un producto,
aunque no lo hacen más que la inmensa industria del porno”, reflexiona Sharkey.
Terapia para violadores?
Los usos más controvertidos de estos robots,
dice, será en posibles terapias. El trabajo analiza las opiniones de varios
expertos, sobre si una muñeca sexual podría ayudar a violadores.
También apunta un dedo acusador a la empresa
Trottla, fundada por el japonés Shin Takagi, un “pedófilo confeso”, cuya
compañía fabrica muñecas sexuales de niñas. El informe cita una entrevista del
nipón con The Atlantic: “Estoy ayudando a la gente a expresar sus deseos de
forma legal y ética. No merece la pena vivir si tienes que vivir con el deseo
reprimido”.
Solución o apagar el fuego con nafta?
El informe reconoce que hay un gran desacuerdo
entre los expertos sobre si estos robots podrían prevenir crímenes sexuales,
aunque la mayoría lo duda y cree que solo servirían para exacerbar los
comportamientos que se intentan evitar. La mayoría de los expertos coinciden en
que estos usos serían problemáticos por muchas razones y que al final podrían
reforzar el deseo de violar, se trata de una experiencia muy peligrosa. Debería
estar prohibido”, opina Sharkey.(El País)
PUBLICADO EL 6/07/201
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