Cuando una enfermera la subió a la mesa de
cirugía, Aminata Conteh, una niña de ocho años, cruzó sus delgados tobillos con
confianza y se quedó completamente inmóvil mientras los doctores le
anestesiaban un ojo y luego lo pinchaban con una aguja para sacar una muestra
de líquido.
Hace dos años, el ébola casi mató a Aminata.
Ahora, las complicaciones de la enfermedad han puesto en riesgo su vista.
Llegó con su madre a un hospital oftalmológico
a fines de julio, con la esperanza de que una cirugía retirara una densa
catarata que había nublado el cristalino de su ojo derecho, afectando casi por
completo su visión.
Las cataratas por lo general afectan a los
ancianos pero, sorpresivamente, los médicos africanos las han descubierto en
jóvenes sobrevivientes del virus del Ébola que, en algunos casos, son
diagnosticados a edades tan tempranas como los 5 años.
Además, por motivos que nadie comprende,
algunos de esos niños tienen las cataratas más duras y gruesas que los
cirujanos hayan visto jamás, junto con cicatrices muy profundas en los ojos.
Antes de la epidemia del ébola en África
Occidental, que sucedió de 2013 a 2016, los especialistas no se habían dado
cuenta del daño que la enfermedad podía dejar como secuela, pues los brotes
anteriores habían sido pequeños y hubo muy pocos sobrevivientes.
Las enfermedades oculares, incluyendo el
espectro de la ceguera, se han convertido en una gran complicación. Fuente The New York Times
PUBLICADO POR FM Libra
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PUBLICADO EL 24/10/2017