A priori es el mundo del revés. Los
delincuentes matan para robar y muchas veces ni se puede
establecer la identidad de los mismos.
Pero si un ciudadano se defiende o trata
de impedir el latrocinio, y mata al delincuente, va preso. Tal como lo
establece el Código Penal vigente, el que mata será sancionado con 8 a 25 años de
prisión.
El delincuente cuando mata, lógicamente
huye, para no ser responsabilizado por el hecho. Pero si un ciudadano que lleva
una vida de trabajo honesta, tiene la
mala fortuna de ultimar a un delincuente, comparece ante la justicia.
Eso fue lo que le ocurrió a Daniel
Oyarzún, el carnicero que fue asaltado en 2016.
A los tiros, dos ladrones se llevaron de
su local de Zárate $5000.
Oyarzùn cansado, al igual que un 99% del
país, que la mayor parte de las veces los delincuentes esquiven a la justicia,
decidió subir a su auto y perseguir a sus asaltantes, que huían en una moto.
Esa persecución terminó en tragedia: Oyarzún
atropelló a Brian González, uno de los chorros, y lo mató.
El juicio comenzó el lunes 10. El
veredicto del jurado puede darse tanto por la calificación del delito como por
la decisión de si es culpable o inocente. El tribunal será el que defina la
pena.
Era un buen chico
El padre del delincuente fallecido
manifiesta que su hijo era "un buen chico, que era miedoso” y alguna que
otra cualidad más que cubre de dones, a un sujeto que participó en forma activa
del robo a Oyarzùn.
Si tan buena persona era, cabe la
pregunta: qué hacía siendo participe de un robo a mano armada? Fuente Clarín
POSTEADO: 13-09-2018
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